Los Roques
Del archipiélago de Los Roques se tiene conocimiento desde 1529, pues aparece "nítidamente reseñado" en una cartografía española que data de ese año. De ahí en adelante pasará a ser referido con todas sus variantes: "roca", "la a'roca"; "roque" y el actual "los roques". Para quien se aproxime al archipiélago desde el aire, el mapa del mar le descubrirá súbitamente una superficie de alto contraste, plena de luces, claramente recortada sobre el fondo. Son las mismas islas avistadas por los barcos conquistadores, la misma arena infinitamente blanca que alguna vez pisaron los piratas del Caribe: azules intensos y cegadores en el cielo, y ese mar, no aquel homogéneo de otras latitudes, sino veteado en miles de verdes, pero siempre transparente y brillante. Cegadora mente nítido, así es Los Roques.
Unos 42 islotes rodean una laguna de unos 400 kilómetros cuadrados. Hacia el noreste se levantan las escasas alturas del Gran Roque, con sus tres faros y una malla de casitas que una vez fueron de los pescadores, aquellos que vinieron de la isla de Margarita. Ahora las casas particulares dan paso a las posadas, los visitantes se multiplican, y el cayo hace tiempo que asimiló el permanente intercambio de voces autóctonas y foráneas. El resto del archipiélago son sus cayos planos y desérticos, poblados por una rica variedad de aves. Pero el genuino tesoro de Los Roques comienza donde la tierra termina, y se extiende hasta el fondo del mar. Allí donde todos los verdes y azules imaginables se mezclan, los arrecifes coralinos reúnen miles de especies en un universo submarino tan espectacularmente bello como delicado. Bañado por la luz del trópico, el variable fondo del mar de Los Roques regala al visitante un paraíso pródigo en deslumbrantes colores, donde el más pequeño espacio está densamente poblado y lujosamente edificado por las criaturas marinas. El nombre apenas designa una excepción. Las rocas se acaban en los acantilados del Gran Roque y el archipiélago bien pudiera adoptar otro nombre, más acorde con la nitidez del paisaje. El fondo y la superficie, la arena y el mar lo tienen todo, sólo aguardan por el visitante. A fin de cuentas, no debe haber otro lugar en el mundo donde la luz se haya puesto de acuerdo con todos los rincones para ser la más perfecta anfitriona. Geología El archipiélago de Los Roques es un complejo arrecifal en permanente formación, cuyo basamento tuvo su origen en el cretáceo superior (hace unos 130 millones de años), período en el que comenzaron a configurarse las rocas igneometamórficas que lo componen. Posteriormente, durante el terciario, esta plataforma se levantó, quedando relativamente cerca de la superficie del mar. Sobre esta plataforma, que hoy aflora únicamente en los cerros del Gran Roque, se constituyeron capas de sedimentos calcáreos provenientes del desmenuzamiento de corales, conchas de moluscos y esqueletos de otros organismos marinos. A partir del pleistoceno, al finalizar la última glaciación unos 15 a 19 mil años atrás, comenzaron a derretirse los hielos. Al aumentar el nivel del mar crecieron los arrecifes coralinos, dando origen a las barreras Norte y Sur, que sirvieron de protección a las áreas internas y fomentaron en consecuencia la formación de cayos. Desde entonces, ciertas condiciones de temperatura, salinidad, claridad y profundidad de las aguas se han mantenido estables hasta el presente para conformar el ambiente propicio en el que corales, algas calcáreas, moluscos y otros organismos han logrado sobrevivir y mantener la estructura del arrecife. Clima En el archipiélago las condiciones ambientales son extremas. La media anual de temperatura es de aproximadamente 28,9° C. Los meses más calientes son los de septiembre y octubre y el más fresco es febrero. Los días son soleados y calurosos y las noches, frescas. Los vientos alisios, que permanentemente soplan en dirección nordeste-sudoeste, marcan una ausencia casi total de lluvias, a excepción del lapso comprendido entre septiembre y enero. De visita en El Gran Roque. Turismo de Los Roques, Venezuela. El parque nacional El Parque Nacional Archipiélago Los Roques fue creado por decreto presidencial el8 de agosto de 1972. La riqueza de las aguas roqueñas había propiciado desde mediados del siglo XX una creciente actividad pesquera, especialmente de langosta y batuta. Esto, unido a un turismo no organizado de visitantes con embarcaciones propias y a una ocupación y urbanización no controladas de áreas públicas, generó daños en los recursos naturales y escénicos. Como consecuencia, y buscando resguardar los intereses nacionales, el Estado designó toda la zona del archipiélago y sus aguas circundantes como parque nacional. Esta resolución no enajenó los derechos de la población del Gran Roque ni los de los pescadores nativos. En 1978 se crea el Instituto Nacional de Parques (lnparques), el cual asume la administración, protección y manejo del archipiélago. En 1990, se crea la Autoridad Única de Área, como respuesta del Estado a la necesidad de organizar y coordinar bajo una sola directriz la participación y los esfuerzos de los diversos organismos con competencia en el parque. También en 1990 fue aprobado el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de Los Roques, el cual establece una zonificación del parque, así como las actividades que pueden realizarse en él. Ecosistemas marinos La riqueza de especies en las aguas del archipiélago es impresionante. Sus arrecifes coralinos tienen un valor biológico, ecológico, fisiográfico y escénico incomparable; la fauna marina y otras formas de vida oceánica que ellos albergan constituyen el recurso natural más rico e importante, infinitamente mayor que los recursos del suelo. Los arrecifes coralinos son ambientes excepcionalmente variados en hábitats donde se generan pequeños espacios de rompientes yaguas tranquilas y zonas de luces y sombras plenas de nutrientes. Algunas especies de peces, como los navajones o peces cirujanos, las cacha mas, isabelitas o peces ángel y mariposa, tienen adaptaciones especiales a la vida del arrecife; los llamativos peces lábridos limpian otros peces; los peces loro raspan con sus mandíbulas los pólipos de la superficie calcárea de los corales. De gran valor comercial son los pargos, rabirrubias, carites y meros, y mayor valor aún tiene la langosta espinosa, puesto que más del 90 por ciento de la producción nacional proviene de Los Roques. Otro ecosistema submarino está constituido por las praderas de fanerógamas marinas: a diferencia de las algas, son plantas con flores que, tal como las hierbas terrestres, se reproducen mediante flores y frutos. Se encuentran en aguas superficiales iluminadas por el sol, en profundidades que van de los 0,5 a los 6 o más metros, dependiendo de la transparencia de las aguas. Forman zonas oscuras en las lagunas de poca profundidad detrás de barreras coralinas, o se ubican en las zonas de manglares, donde configuran el sustrato ideal para el asentamiento de estas plantas. Las especies más comunes son la hierba de tortuga, alimento favorito de las tortugas verdes, los peces loros y los cirujanos, y la hierba de manatí, cuyas hojas se asemejan a un espagueti. Cientos de peces encuentran en las praderas de fanerógamas el laberinto perfecto, pleno de nutrientes, para desovar, vivir su etapa juvenil y esconderse de sus enemigos. También sirven de refugio a estrellas y pepinos de mar, gusanos y moluscos, como el muy perseguido batuta. Éste, uno de los mayores caracoles del Caribe, de concha rosada y carne muy apreciada, se ha comercializado en gran escala como plato típico de algunas islas del Caribe. Además, se le ha atribuido popularmente facultades afrodisíacas y su concha ha sido ampliamente usada en ceremonias religiosas, como utensilio casero y prenda de recuerdo. En Los Roques, las poblaciones de batuta se vieron francamente disminuidas, de ahí que su captura ha sido prohibida. De acuerdo con los cambios en la topografía de los arrecifes, en Los Roques se pueden apreciar: Plataforma Somera (0,5 a 6-8 m): se trata de una terraza que desciende suavemente desde la línea de la costa hasta aproximadamente 6 a 8 metros. En ella, la diversidad de especies es baja y abundan trozos de coral muerto, sobre todo del llamado orejón y del cacho 'e venao. Esto se debe al gran estrés físico al que están sometidos los organismos marinos por las fuertes corrientes y cambios de marea, que dejan expuestas al aire la mayoría de las cabezas de los corales. Cresta Arrecifal (8 a 15 m): presenta una diversidad, riqueza y cobertura mayores, con un porcentaje de coral muerto muy bajo. Talud Arrecifal (15 a 35-40 m): aquí, la riqueza submarina de Los Roques encuentra su máxima expresión. Son muy comunes las formas de plato que permiten captar al máximo la luz donde ésta penetra deficientemente. También son características las esponjas, llamadas "hoteles vivientes" por su facultad de albergar una gran diversidad de moluscos, crustáceos, peces y otros organismos. Fauna La fauna del archipiélago se caracteriza por el marcado contraste entre la pobreza de especies y poblaciones terrestres y la belleza y variedad de la avifauna y la fauna marina. En el hostil ambiente que en las islas generan el clima y la escasez de alimentos, habitan reptiles como la iguana, que se adaptó a vivir en los cerros desnudos; el guaripete o lagarto negro, que para sobrevivir aprendió a comer las flores de la tuna guasábara, los frutos del melón y los huevos de los pájaros bobos; y lagartos insectívoros como el machurite, el mea-mea y la salamandra. El único mamífero autóctono es el singular murciélago pescador. De las 92 especies de aves que se han registrado en el archipiélago, 50 son migratorias de América del Norte durante el invierno boreal, ya que por su ubicación, el parque es ideal como lugar de descanso y alimentación. Las aves marinas suelen formar bandadas que se dispersan súbitamente y se vuelven a concentrar; más tarde buscarán un descanso en las playas o el refugio nocturno en las ramas de los manglares. Son fácilmente visibles los llamativos pájaros bobos: la boba marrón y la boba rabo blanco; los alcatraces y los guanaguanares, de estridentes graznidos; la gaviota o tijereta, de grandes alas y cola en forma de tijera; la gaviota tiñosa, que anida en las ramas del manglar; la tirra medio cuchillo y la gaviota filico, que anidan en la arena blanca cerca de la playa y en salinas; alcaravanes y playeras, que pueden verse correteando por las playas al atardecer. Entre las garzas se encuentran el garzón cenizo y la garza morena, que capturan peces y crustáceos en la orilla de las lagunas. Y procedente de Bonaire o de la ciénaga Los Olivitos en el estado Zulia (Venezuela), hace parada en el cayo Los Canquises una numerosa colonia de flamencos, la única que queda en Los Roques. Los pájaros terrestres son mucho más escasos y menos visibles. Son especies migratorias de Norteamérica o propias de las costas continentales de Venezuela que han fijado su residencia en el parque. Algunas especies son endémicas o de distribución restringida, como la reinita común, una subespecie de color negro que sólo se encuentra en Los Roques, y el canario de mangle, registrado en el archipiélago, La Orchila y Las Aves. Flora Pocas especies vegetales, no más de 30, pueden adaptarse a las extremas condiciones del archipiélago. En las elevaciones del Gran Roque predomina una vegetación de cactáceas y espinares, típica de las zonas tropicales secas y calientes: tuna y tuna guasábara, cuyas flores amarillas imprimen gran colorido al paisaje; cactus redondos como el buche o melón y cactus candelabro. En las partes planas y arenosas de las islas se halla una vegetación de porte bajo conformada principalmente por el tabaco de pescador, cuyos efectos alucinógenos deben haber sido conocidos por los indígenas precolombinos; la hierba de vidrio o verdolaga, una planta rastrera que cubre amplias zonas de la playa; el saladillo, que se fija en la arena gracias a sus largas raíces; y el cadillo bobo, cuyas pequeñas semillas cubiertas de espinas se arraigan profundamente en el suelo y así contribuyen a fijar la arena. Los mangles son plantas que se desarrollan muy bien en los sitios bajos, cercanos a la costa y donde la marea penetra de vez en cuando. En Los Roques se encuentran: el mangle rojo, la especie que más se adentra en el mar; le sigue en su camino hacia tierra el mangle negro; en lugares arenosos y consolidados, el mangle blanco, y más adentro, el mangle botoncillo. Los manglares son esenciales como elementos estabilizadores de las costas, formadores de suelo y proveedores de energía a través de sus hojas. Además, debido a la protección natural que ofrecen sus raíces y a la riqueza de nutrientes allí encontrada, cumplen una función ecológica singular como enclaves de reproducción, refugio y alimentación de numerosas especies animales acuáticas y terrestres.